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LA NOVIA PERFECTA

26/05/2014

Por Patricio Durán.

Se llevó a cabo una nueva edición del ciclo Music Is My Girlfriend en el Salón Pueyrredón. En esta ocasión participaron Chillan las bestias, Crema del cielo y normA y dieron otra muestra de la variedad que existe en la escena actual.

Desde hace más de seis años que el festival Music Is My Girlfriend impulsa la música independiente de Argentina, aunque también haya contado con ediciones internacionales de lujo como la de marzo del 2012 en Niceto Club con Gruff Rhys, el excéntrico cantante de Super Furry Animals, acompañado por Valle de muñecas y El mató a un policía motorizado.

 

El viernes pasado, en su tercera fecha del ciclo otoñal, se presentaron Chillan las bestias, Crema del cielo y normA en el Salón Pueyrredón. El local de Palermo comenzó a llenarse tímidamente hasta estar casi repleto al momento del primer show, que empenzó pasadas las doce de la noche, más de una hora después de lo anunciado.

 

En un set que duró algo más de media hora, Chillan las bestias presentó su disco debut homónimo que lleva dos semanas en la calle en formato CD. El grupo liderado por la voz aguardentosa de Pedro Dalton, por momentos cercana a Tom Waits pero sobre todo a la de Luca -tanto que hasta daba vueltas una botella de ginebra por el escenario-, propone climas sombríos con claras influencias del post-punk pero con raíces argentinas que pasan por Sumo, se acercan al tango y llegan hasta Manal y los comienzos del rock vernáculo. 

 

La banda elige sabiamente priorizar el sonido en conjunto antes que el lucimiento individual aunque se note el virtuosismo de sus integrantes, especialmente el de Marcos Camisani en violín con sus riffs desquiciados y José Navarro en la batería, que utiliza con sensibilidad diferentes tipos de baqueta según requiera el tema. Sus canciones más destacadas fueron Nocturno mediodía, con sus aires orientales, y La bestia -tanto más intensa que su versión de estudio-. 

 

Crema del cielo transformó el tono lúgubre en uno más alegre a fuerza de canciones pop con influencias británicas que van desde los Beatles y los Stones al britpop, más algunos toques psicodélicos aquí y allá. La guitarra no escapa a los giros propios de George Harrison mientras que los teclados emulan sonidos característicos de los sesenta y setenta como el Hammond y el Farsifa.

 

Bit, uno de los puntos altos del show -escrita y cantada por el guitarrista Fernando Glombovsky-, no sólo es casi una cita a Real Love de los cuatro de Liverpool, hasta en la letra dice “sos todo un beat, sos un Stone/Tocas los Kinks, mezcla de Jesus y Edgar Allan Poe”. Además de describir a la banda, también hay lugar en las letras para la protesta social, como en Volver en taxi, en la que el cantante Gabriel Rulli -autor de casi todas las letras de inclinación oficialista- señala la contradicción de la protesta “popular” de las clases más acomodadas: “¿Se puede fantasear llamándola protesta popular con cuadra y media de cola para volver en taxi?”.

La nota de color la dio el público. La banda de La Plata que llegó en “el bondi de la alegría”, según Rulli, y que bailó y cantó durante los casi sesenta minutos que duró el set.

 

Cerró la noche normA, que llegó para acelerar el tempo y aumentar el volumen -quizás demasiado, fue ahí cuando el sonido comenzó a saturar- con su rock dos tonos. Canciones pegadizas, directas, crudas. Una dosis de punk-rock para cerrar la noche bien arriba. El grupo propuso, tal vez, algo más monótono que las anteriores pero a cambio sonó precisa y ajustada a lo largo de la hora y pico en la que desplegaron sus canciones. Hubo una novedad, la canción Hola, con ciertos aires de garage y no faltó el pogo amistoso de la audiencia que disfrutó casi hasta las 4:oo.

 

Además de las bandas, durante toda la noche hubo DJs musicalizando a tono. También proyectaron en la pared lateral del escenario imágenes relacionadas a la contracultura: íconos punk, la célebre foto de Johnny Cash haciendo fuck you, artistas under tocando en el Pueyrredón, arte denunciante que mostraba, por ejemplo, a Mickey y Roland McDonald llevando de la mano a una niña desnutrida y más. Estuvo, además, el clásico stand para adquirir discos, no sólo los de los artistas en cuestión sino también de varias bandas emergentes, gentileza del sello Scatter Records que garantiza buenos y populares precios.

 

El festival fue una pequeña demostración de lo que ocurre en la escena local, la diversidad de propuestas que abundan, lo heterogéneo de la movida, que trasciende la música, y ofreció una fecha variada para dejar conforme a todos.

normA por Celia Troncoso (PH).                                                                                                           

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