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Y ladramos todos

01/05/2014

Por @LepeBaini

El barrio de Almagro nuevamente avivó una noche de música en vivo con una edición especial llena de artistas para todos los gustos y, sobre todo, con un punto en común: brindarnos cultura y hacernos sentir dueños de la misma.

Guardia Vieja cortada entre Bulnes y Salguero. Gente que conversaba en la calle, música en vivo, personas que casualmente se encontraban, el albedrío y las risas que le daban batalla a un frío que pronto se convertiría en ráfagas de calor humano. Se trataba de la segunda edición de A ladrar a la calle, esta linda propuesta gratuita que impuso el sábado pasado el bar y espacio de arte Ladran Sancho. Sus puertas se abrieron más que nunca, tanto así que se adueñaron de esa cuadra y la llenaron de arte.

 

Pasadas las 20, el escenario dispuesto en la esquina de Salguero se inauguró con Loli Molina. La guitarrista de Las Taradas se plantó con sus cuerdas y desplegó algunas canciones para entonar a los presentes. De a poco, más gente se acercó y Los mutantes del Paraná -un trío de guitarras, piano y contrabajo-, acompañados en batería, la recibieron con temas de su primer disco El entrerriano, donde plasmaron todo su "folk zarateño", con mezclas de folklore, rock y jazz. Las frescas versiones de Billie Jean y I want to break free despertaron los primeros cánticos y bailes. Fue una gran presentación la que hicieron estos muchachos y ya se divisaba la variedad de sonidos y estilos que nos brindaría la misma velada.

 

Shaman y los pilares de la creación se adueñaron de las tablas y su público no tardó en hacerse notar. Cautivados con las voz profunda y grave de Shaman, al frente de ese folk psicodélico de canciones, los presentes se compenetraron con la cuestión de "ladrar en la calle" y más calientes que antes, arengaron, acompañaron con coros y bromearon con su líder que con simpatía se hacía cargo de su gordura. Presentó una canción nueva y luego siguió Dejemos todo de Shaman y los hombres en llamas -proyecto que comparte con Eduardo Morote y Alejandro Bértora de Sr. Tomate-. La calle enmudeció y acercándose al cierre de su presentación que duró alrededor de media hora, el frío no existía. Las canciones se ocuparon de darnos el calor que necesitábamos.

 

Siendo más de las 22, sin demasiado tiempo en los intercambios -le medida justa-, se presentaron los Play Shodaka. Las guitarras, percusión, bajo, trompeta, trombón y voces se acomodaron y empezó a sonar el punk-ska-reggae que los caracteriza. Su público bailó y la cuadra cada vez más repleta se alimentaba de un propio fuego. El pan relleno se empezó a visualizar, aparte de la barra de comidas y bebidas que ofrecía Ladran Sancho.

 

La organización fue muy buena, además de los baños con los que cuenta el bar, se dispusieron dos químicos para distribuir a los cientos de personas que participaron. El sonido fue dispuesto para garantizar que todos escucharan bien los shows. La máquina de humo y las luces de colores le daban el toque festivo que siempre suma a un evento.

 

La cosa mostra, con Paula Maffía al frente trajo su rock fuerte con canciones llenas de actitud que en inglés o español cautivaban la atención de quienes estaban desde el inicio y aquéllos que acababan de llegar y querían ver todo lo que pudieran. Su gran voz levantó los aplausos desde la primer tocata. Estrenaron una balada sensual de guitarras con precisos punteos que estremeció lo que pudo porque de repente el sonido se cortó. Los problemas fueron resueltos después de varios minutos y el show continuó.

 

Los Rusos Hijos de Puta inquietaron al público que con sus viejas -Hola, 2013- y nuevas canciones -próximo disco a editarse. Pueden colaborar con su edición en ideame- desataron un enorme pogo que se sacudió en -por lo menos- quince metros de la cuadra. Su calidez, actitud y baile traspasó los límites y se reflejó en sus seguidores que les devolvían el doble de revuelo a modo de agradecimiento por esa fiesta que proponen cada vez que se presentan. Invitaron a Sara Hebe que cantó una buena versión de Hablame de ti. Cerraron con Halloween y el pogo más efervescente que antes quedó prendido con sed de más. 

 

Los pies de los micrófonos fueron decorados con flores y el sonido tropical empezó a sonar de la mano de Luz Buena. La cumbia movió muchos cuerpos y el clima festivo se terminaba de definir acercándose al final que llegaría con Sara Hebe, a quien en la semana se la presentaba como invitado sorpresa hasta que días anteriores se reveló. El hip hop inundó Guardia Vieja y el público se agitó hasta el cierre de esta inmensa edición de A ladrar a la calle, el apoyo y la difusión absoluta del arte para el pueblo.

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